En 1963 un libro apareció en las librerías argentinas. Se llamaba Rayuela y tuvo múltiples efectos sobre los lectores. Los deslumbró y los desconcertó. Los asombró y los enfureció. El autor no era un personaje popular; entre otras cosas, porque sus primeros trabajos, que eran más bien intrascendentes, los firmaba con el seudónimo de Julio Denis. Pero nadie se preguntaba quién era ese Julio Denis. Un día Denis le llevó un cuento a Borges a la redacción de la revista Sur y el talentoso autor de El Aleph decidió publicarlo.
Él conocía al autor del cuento, “Casa tomada”, y firmó la narración con su nombre: Julio Cortázar. Ese día murió Denis y renació Julio Cortázar. El escritor con cara de adolescente eterno había nacido en Bélgica (anotado en el consulado argentino, en donde trabajaba su padre), vivió en Banfield, a pocos kilómetros de Buenos Aires, y dio clases en una secundaria de Chivilcoy. Se exilió en Europa en 1951.
“Creo que cuando se habla de exilio hay que hacer una aclaración –dice el escritor Vicente Battista–. “Exilio significa una expulsión no querida. Jehová expulsando a Adán y Eva del Paraíso, por ejemplo. Cortázar eligió la inmigración, se trasladó a otro sitio por decisión propia, por motivos personales que pueden ir desde lo económico a lo cultural o a lo político. Luego se transformó en exilio político. Cortázar, dicen algunos, se fue de la Argentina para no soportar el gobierno que había en 1950”.
–Es decir, Vicente, que Rayuela, más allá de que maneja un lenguaje absolutamente argentino y coloquial, fue pensada y creada en Europa.
–Cortázar no ha abundado en explicaciones sobre la génesis del libro. Lo cierto es que su publicación dividió en dos el gusto de muchos lectores. Lo dividió en antes de Rayuela y en después del Rayuela. Fue una novela fundamental en una década de novelas fundamentales. No te olvides de que Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez, también fue publicada en la Argentina en esos tiempos. Tengo el orgullo de que en mi biblioteca esté la primera edición de Rayuela. Fue una obra que nos maravilló a quienes queríamos escribir.
La novela, como se sabe, se divide en dos partes principales: “El lado de allá”, que ocurre en París, y “El lado de acá”, que transcurre en Buenos Aires. Los personajes principales son Horacio, un exiliado amante del jazz, y La Maga, una uruguaya sorprendente, de la cual la mayor parte de los lectores masculinos se enamoraron perdidamente. Del mismo modo que Shakespeare hace morir a Romeo y a Julieta para que el amor sea eterno y jamás caiga ni se pierda en la rutina tediosa de los días, Julio Cortázar no cuenta una historia con final feliz. No puede. No quiso.
“Por supuesto que el personaje principal femenino, La Maga, es absolutamente fascinante, comenta Vicente. La Maga existió, fue real. Julio Cortázar la conoció en un viaje a París y ella se presentó públicamente luego de que él muriera. Si Horacio es el propio Cortázar, no lo sé, o sí. Casi todos los personajes, en todas las novelas, tienen que ver con el autor, son un poco el autor”.
–¿La Maga fue novia o amante de Julio Cortázar?
–Le inspiró un personaje fundamental, que es mucho más importante.
–Cortázar tuvo dos matrimonios, pero por lo general se desconoce si tuvo muchas novias o muchas amantes.
–Y quizá sea mejor que sea así. En todo caso, Cortázar vale por lo que escribió y no por las mujeres que supuestamente sedujo. Así pasen los siglos, se seguirá leyendo Rayuela.
–¿Rayuela es la novela fundamental de Cortázar, su obra cumbre?
–Hay autores que cuentan con una obra cumbre, sin discusión. Pienso en Cervantes y el Quijote. Pero la mayoría de los grandes autores de todos los tiempos tienen más de un título que podría considerarse obra cumbre. Entiendo que Cortázar podría estar entre esos autores. 62 / Modelo para armar es una formidable novela que propone nuevas formas en el espacio de la narrativa. Y casi todos los cuentos de Cortázar son insoslayables y de lectura obligada.
–¿Un escritor escribe siempre el mismo libro? Hay cuentos de Cortázar (pienso en “Lejana” y en “La noche boca arriba” y en “El ídolo de las Cícladas”) que en apariencia cuentan hechos diferentes, pero que en definitiva son la misma historia, la de alguien que es dos personas al mismo tiempo y en la que finalmente predomina la más cruel de todas.
–El ejemplo es válido, pero hay que tener en cuenta que muchísimos escritores suelen transcribir en sus textos las obsesiones que los persiguen. Eso no debería preocuparnos, siempre y cuando el producto que consigan sea de calidad. Borges dijo alguna vez: “Yo solo escribo lo que ya está escrito”. Es ahí donde reside el secreto: escribir lo mismo, pero de otro modo. Eso nos lleva a la verdad profunda de toda literatura: su escritura. No hay que confundir repetición con plagio o autoplagio. El plagio degrada; la repetición no.
–Cortázar ha inspirado a cientos de escritores. ¿Sabemos qué autores lo inspiraron a él?
–Cortázar era un lector inagotable y un traductor excepcional. Llevó al castellano toda la obra de Edgar Allan Poe y el Robinson Crusoe de Daniel Defoe. Ignoro si hubo un escritor que lo haya inspirado; al menos no recuerdo que él lo haya dicho.
–Como ocurre con gente que comparte el oficio, Cortázar trataba mucho con escritores. Fue amigo del gordo Soriano, del mexicano Carlos Fuentes y de otros grandes. Se sabe que se contaban sobre sus trabajos cuando todavía no habían sido editados. ¿No es eso contraproducente? ¿No se mete de contrabando una frase de Soriano en un cuento de Cortázar, o viceversa?
–No, de ninguna manera es contraproducente. Por el contrario, resulta muy positivo. Es esencial contar con la opinión de tus pares a la hora de hablar y leer lo que estás escribiendo. Las reuniones entre escritores se vienen realizando desde tiempos remotos y, por lo que sé, no le hacen ningún daño a la literatura.
–Al principio te decía que la edición de Rayuela produjo efectos encontrados. Mínimamente, el lector se sorprendía, se encontraba con una nueva forma de narrar y de resolver situaciones.
–¿Por ejemplo?
–Cortázar propone dos maneras de leer Rayuela. Una, de una manera clásico y convencional, empezando por la primera página y avanzando así hasta el final. La otra es avanzando y retrocediendo, como si se estuviera jugando a una rayuela en la cual el tejo no cae en donde es debido. ¿Es una broma?
–Si bien Cortázar tenía un formidable sentido del humor, el modo de lectura que propone para Rayuela lejos está de ser un chiste. Ted Nelson, un científico estadounidense habló en 1965 de una red universal de información, una suerte de fantástico banco de datos al que podían acceder usuarios de cualquier rincón del mundo. Proponía una escritura electrónica, idéntica al clásico texto impreso, que en lugar de leerse sobre papel, se leía en la pantalla de una computadora.
Pero tenía un agregado fundamental: el lector, en lugar de seguir la ruta lineal a la que naturalmente invita todo libro, se encontraba con una red de senderos alternativos a los que podía acceder a su antojo mediante unas conexiones previamente establecidas. Recordemos que Rayuela, que propone eso mismo sobre las páginas de papel, apareció en 1963; es decir que Cortázar se anticipó por lo menos dos años a lo que había propuesto Nelson. Fue un adelantado.
Fuente: http://revistanueva.com.ar/portal/verNota/355
Muy interesante la entrevista, describe pulcramente lo que es Rayuela y tienta a leerla
ResponderEliminarMuy buena entrevista. Un placer haberla leído! Me encantó enterarme que la Maga pudo haber sido real. Eso ya es relativo en la perspectiva de cada uno, porque la mujer que se presento después de su muerte pudo haber mentido como haber dicho la verdad. Pero prefiero pensar que sí, que fue una inspiración para Cortázar el haber tenido un amorío con ella.
ResponderEliminarMacarena López Nayar.
Maca en nuestro blog, en la entrada de la inspiración de cortazar brindamos una entrevista realizada a Edith Aron que es la mujer en la cual Cortázar se inspira a la hora de componer el personaje de La Maga.
EliminarMatias Dalmazzo
Además se descubren aspectos de la vida del escritor, genial!
ResponderEliminarMe gustó el planteod el entrevistador, que Cortázar origina el texto que puede ser leído desde diferentes partes, y tener una conexión coherente
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